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sábado, 28 de abril de 2018

Alcubierre: Cuando la Palabra es Oración, Discurso, Poesía y Canción.

 Día memorable, por su significado y por su celebración. Inspiración y hálito de vida y patriotismo para cuantos acuden. Todos con la alegría del deber cumplido, con gratitud hacia los que cayeron, con voluntad de perfección, unidad y camaradería, exhortados por las palabras, divinas palabras, que decía Valle Inclán para su tragicomedia, pero que aquí abandonan toda comedia para ascender a la plenitud de la Revelación, de la Gracia y de la Historia Sagrada encarnada en un pueblo y una Patria.
Todos cuantos acuden a estos actos quedan impresionados, contentos y elevados espiritualmente. Es un honor y una gloria poder participar. Aunque todavía hay espíritus entecos, voluntades enfermizas, entendimientos nublados, que se privan voluntariamente de estos acontecimientos que tienen al alcance de la mano. Peor para ellos, ni siquiera tandrán la excusa de la ignorancia, sólo quedará al desnudo su pereza y su vagancia.


 Caminando hacia la cima, banderas al viento, la mirada clara y lejos y la frente levantada.
 Allí esperan los camaradas, los primeros, los adelantados, los que adelantan la gloria y le arrancan al cielo el favor de un patriotismo sin complejos ni claudicaciones.
 Allí los santos pendones, las banderas del ayer, los símbolos del pasado.

 Se van encontrando los viejos y los nuevos camaradas. Se van formando las filas prietas y ordenadas hacia el infinito.
 El Secretario de la Hermandad Nacional de Banderas de Falange organiza el evento con eficacia, con el aplomo que da la experiencia, para que todo salga bien, sin fallos.


 Flamean las banderas, acariciadas por alas de ángeles, que planean, invisibles y cercanos, sobre los Monegros, sobre la Sierra de Alcubierre, sobre el lugar santo donde la sangre de los bravos falangistas tiñó el suelo áspero, donde quedaron sus cuerpos rotos, mientras sus almas subían a los luceros.
 Era necesaria la poesía. La Oración de los Caídos de Sánchez Mazas, en la voz de Bárbara, a la vez Poesía y Oración, Doctrina y Amor.




 Llega luego la voz firme y juvenil de José Javier, que pide unidad, lucha y esfuerzo para que seamos dignos de los caídos y de nuestra Patria.
 Después Carlos, que desgrana los episodios militares de aquellos días de Abril del 37, cuando la Gesta de Alcubierre.
 El Secretario de la Hermandad de la Vieja Guardia nos trajo un grito exasperado de unidad, en peligro máximo en Cataluña, donde la reacción patriótica ha vencido de momento los propósitos criminales de unos delincuentes que han tenido que hacer frente a las consecuencias de sus actos. Se impone revisar las competencias de esas autonomías, ilegalizar a las formaciones separatistas y recobrar el orgullo de ser español.
No podemos olvidar tampoco a ese sacerdocio corrompido, que del mismo modo que en Esparta impidió la reacción de todo el pueblo, dejando solos a los 300 al mando de Leónidas, aquí es culpable de desalentar el amor a España y de complicidades gravísimas con el separatismo, un crimen que no perdonaremos.
 José Luis Corral recordó que España es la Nación más hermosa sobre la faz de la Tierra, como sentenció el mayor sabio de la Antigüedad, San Isidoro, el autor de las Etimologías que recogían todo el saber humano hasta la fecha. Una hermosura acrecentada en sus monumentos 1.500 años después. Pero además, la más gloriosa y heróica, como ha demostrado su tenaz lucha durante los 8 siglos de Reconquista, la Conquista y Evangelización del Nuevo Mundo, el hacer frente a protestantes y turcos, a la masonería y la Revolución, culminando en nuestra Gloriosa Cruzada de Liberación Nacional, donde no fueron iguales unos que otros.
Los rojos nunca resistieron hasta morir todos, como los nacionales. Los rojos se suicidaban, los nacionales no. Los rojos se mataban como bestias entre sí; los nacionales, no. Los rojos blasfemaban, los nacionales rezaban. Unos perseguían y exterminaban a la Iglesia. Otros la salvaban.
Tenemos además la bandera y el escudo más bonitos del mundo. Y el mejor Himno político de todos los tiempos, el "Cara al sol". Y tenemos fe ciega en la Victoria, que nos dará otra vez nuestro Dios Omnipotente cuando convenga, pero que es segura, porque vencimos y venceremos, precisamente cuando mayor sea el poder del enemigo, cuando más dinero y fuerza tenga, entonces volverá a ser derrotado para que se vea el poder de Dios y el triunfo de la Santa Cruz.
 Tras los Himnos de la Cruzada, la foto de familia, mientras sonaban aires de Aragón, coplas y cantares de nuestra España.


 Y otro homenaje en el monolito, donde estaban las trincheras y los parapetos. Otra vez la poesía, coplas y odas, Machado y Urrutia, a Franco, José Antonio y a "Castilla en armas".
 Y el "Cara al sol", canto universal de amor a la Patria, de Justicia, de amor, de guerra y de victoria, de caídos del ayer y guerreros de todos los tiempos.

 Por fin, la comida de hermandad, para apurar unas horas espléndidas y maravillosas, de regocijo y fervor, de alegría y paz.

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