sábado, 11 de noviembre de 2017

60 nuevos Beatos de los Mártires de la guerra. Cardenal Amato: No debemos ni podemos olvidar esta trágica historia para que no se repita nunca esta oleada de odio fratricida

 Unas 3.000 personas se han dado cita en el Palacio de Vistalegre, antigua plaza de toros, para asistir al magno evento de la Beatificación de 60 mártires de la Familia Vicenciana, víctimas del odio anticatólico de socialistas, comunistas, anarquistas y masones que dominaron la II República Española en los años 30, especialmente en la zona roja durante la Guerra Civil.


 Varios Obispos revestidos de rojo, el color litúrgico de los mártires, por la sangre derramada, antes de la ceremonia.
 Por fin hicieron su entrada en solemne procesión, primero sacerdotes revestidos con casulla. Otros 100 con alba y estola estuvieron bajo la escalinata.
 Luego, 30 mitras acompañando al Delegado Pontificio, Cardenal Ángelo Amato, que entró bendiciendo a los presentes.

 Incensación del Altar y del Cristo crucificado por parte del celebrante principal. El Cardenal Osoro mira desde su sitio en posición sedente.
 Los postuladores de la Causa hicieron un somero repaso a las biografías de los nuevos Beatos.
 El Cardenal Ángelo Amato, Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, Delegado del Papa Francisco para la Beatificación, escucha la petición.
 Unas mil personas en la planta baja y unas dos mil en los graderíos asistieron con gran respeto y participación religiosa.




 Por fin, el Cardenal Amato lee en latín la Bula Pontificia y la muestra a los presentes.
 Es entonces cuando se descuelgan grandes murales con las fotos de los 60 nuevos Beatos, la mayor parte sacerdotes y religiosas, pero también varios laicos. Suenan las trompetas y el "Christus vincit" glorioso se canta entre los aplausos de los fieles.


 Las reliquias de algunos de los mártires beatos, acompañadas de palmas, subieron al Altar.
 El Cardenal Amato, en su homilía, dijo que si hay un Bien hay que recordar que también existió el Mal, con toda su fuerza, pero que el Bien es capaz de vencer al Mal, como nos demuestran los mártires, que no sólo perdonaron sino que exhortaron a los suyos a perdonar.
«En España se realizan con frecuencia beatificaciones de mártires», ha recordado el cardenal Amato. «La Iglesia hace esto con un doble propósito: invitar a los fieles a permanecer firmes en la fe, y animar a todos a evitar el terror de esos años oscuros». Por eso, los mártires «son una oportunidad para ensalzar la fuerza del bien que vence al mal».
"Los lugares de culto fueron incendiados, los conventos clausurados, las escuelas ocupadas y la gente encarcelada y asesinada".
«En aquellos años no se respetaba ni la vida ni las ideas de los demás», ha continuado el prefecto de Causas de los Santos, «y parecía que el único objetivo era aniquilar a la Iglesia católica. Fue un vandalismo ciego e ignorante, una tormenta que asoló violentamente la nación, cubriéndola de cadávere». En este contexto, los mártires «fueron asesinados por la única razón de ser católicos. El tesoro de la caridad de estos testigos provocó el enojo de los partidarios del mal, falsos profetas que animaban a destruir la Iglesia y a matar, pero ellos respondieron con generosidad y sacrificio».
Para el cardenal Amato, hoy su testimonio «nos invita a nosotros a seguir su ejemplo de fe y caridad en la vida cotidiana, y a orar por sus verdugos, ofreciendo también nosotros el regalo precioso del perdón». «No podemos ni debemos olvidar a estos mártires, porque son un testimonio de vida cristiana. Y no debemos ni podemos olvidar esta trágica historia para que no se repita nunca esta oleada de odio fraticida», ha concluido el cardenal Amato.
 El Cardenal Cañizares, Arzobispo de Valencia, también coofició. De su Provincia Eclesiástica son varios de los nuevos beatos mártires.
 Terminada la ceremonia con la Salve Cartagenera, el clero sale de la misma forma que entró, sacerdotes, obispos y Delegado Pontificio.


 Ya en la calle se reencuentran los grupos, como este venido de Bailén.
 O este de Valverde de Campos, de Valladolid. Entre los 60 mártires los hay naturales de varias provincias españolas.
 Y José Luis Corral, con la bandera de España y el Sagrado Corazón de Jesús, próximo a uno de los toros que guardan la entrada de este coso, antigua plaza taurina.
 Sale el Cardenal Osoro, que parece bastante más delgado. En su intervención recordó que son ya 440 los mártires beatificados que se tienen en Madrid y 34 los lugares martiriales de la Provincia Eclesiástica madrileña, sumándose desde ahora la Basílica de la Milagrosa.
 Y Monseñor Reig Pla, Obispo de Alcalá de Henares, con Don Manuel, el Capellán del Camposanto de los Mártires de Paracuellos de Jarama.
 Y el Cardenal Rouco Varela, que se vio asediado por la juventud.

Parecía el triunfador del día. Sin duda, sus largos años de pontificado en Madrid le han granjeado la estima y el afecto de la feligresía.
Por cierto, algunas personas no pudieron entrar por falta de acreditación y haber llegado justos de tiempo. Parece un fallo, pues los actos públicos eclesiales deben estar abiertos, y si es menester la acreditación por razones de seguridad, que se pueda facilitar en todo momento. Porque sitio había de sobra, no se llenó ni la mitad del recinto.

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