Páginas

sábado, 1 de octubre de 2016

Conmemoración de la Gesta de Belchite en el LXXX Aniversario del Caudillaje de Franco

 La Gesta de Belchite ha sido conmemorada 70 años después de que aquellos valientes resistieran 3 semanas impidiendo que el Ejército comunista de Líster y las Brigadas Internacionales, todos mandados por el General Pozas, llegara a Zaragoza. Fueron 3000 los muertos en aquella sangrienta batalla, que no pueden quedar en el olvido. La Hermandad Nacional de Banderas de Falange de Aragón convocó doblemente, en Codo y Belchite, secundada por Vieja Guardia, Movimiento Católico Español y Acción Juvenil Española.
 El primer lugar de la conmemoración fue Codo, donde pereció heróicamente el Tercio de Montserrat, junto a un numeroso grupo de falangistas que acudieron en su ayuda y fueron fusilados en Híjar.
 José Luis Corral, Jefe Nacional del MCE y AJE, dirigió el rezo del Ángelus, ya que la obstinación de determinados clérigos nos priva de la Santa Misa, que quisiéramos ofrecer, sabedores de que todas las sociedades, así como todos los individuos, tienen obligación de dar culto público al Único y Verdadero Dios con el culto que El mismo ha querido establecer, principalmente el Santo Sacrificio Expiatorio de la Cruz, repetido incruentamente en cada Misa. Y que al comparecer con sus propias insignias no hacen nada abusivo, sino expresar con esos mismos símbolos la adoración tributada como católicos.
 El Delegado de la Vieja Guardia en Cataluña ofreció una completa reseña de los hechos acaecidos y del vandalismo perpetrado por los rojos en todos los templos de las localidades que consiguieron ocupar, así como el asesinato de sacerdotes y de todos cuantos fueron encontrados favorables al bando nacional, sin respetar las convenciones internacionales sobre prisioneros de guerra.
 Tras depositar las 5 rosas simbólicas en la Cruz erigida por la Confederación Nacional de Combatientes, mientras se cantaba "La muerte no es el final", se terminó con el "Cara al sol".
 Ya en Belchite nos vimos obligados a pagar la entrada para pasar al pueblo viejo, aunque la atención del ayuntamiento y las guías fue muy correcta en todo momento.
 En el lugar llamado del Trujal, que era un molino de aceite, donde fueron enterrados muchos de los muertos en la batalla, se celebró otro acto donde se rezó un responso por los muertos. El Delegado de la Vieja Guardia volvió a tomar la palabra para exhortar a la Unidad, la misma que vivieron en la lucha y en la muerte los buenos españoles. Después hizo una referencia a la preocupante situación política que se vive en España, con riesgo de ruptura de la Unidad de la Patria, pues el Presidente de la Generalidad acaba de anunciar un referéndum para conseguir la independencia de Cataluña para dentro de un año.
El Secretario de la Hermandad hizo un breve resumen de la batalla dentro del pueblo y la salida final a la desesperada, siendo muy pocos los que consiguieron sobrevivir y llegar a líneas nacionales.
También aquí se prendieron las cinco rosas en la lápida antigua, ya que la teosófica lápida nueva que colocó encima el consitorio anterior fue destruida a mazazos. Mientras, se cantaba el "Yo tenía un camarada".
Así reza la lápida;
EN ESTAS TIERRAS HEROICAS
SE UNIERON PARA SIEMPRE EN LA MUERTE:
EJÉRCITO, FALANGE, REQUETÉ Y PUEBLO DE BELCHITE
AL SERVICIO DE DIOS
Y POR UNA ESPAÑA GRANDE Y LIBRE.
 Ya en la Cruz de Hierro que domina el conjunto desde el centro, José Luis Corral pronunció un discurso sobre los dos Belchites, como imagen de las dos Españas: El Belchite en ruinas, signo de la decadencia y del mal gobierno. Y el Belchite nuevo, fruto de la nueva España, de los principios restaurados.
Hoy, que volvemos a la España en ruinas, nosotros somos como esas torres erectas que sobreviven a la catástrofe, manteniendo en alto los principios, que se manifiestan en nuestras banderas y uniformes, en nuestros himnos y en nuestras personas.
Oriamendi, Cara al Sol e Himno Nacional con la letra de Pemán pusieron broche final al acto.
 Hubo luego una breve visita a las ruinas más representativas.



Y por fin, una comida de hermandad en un ambiente de unidad y camaradería, propio de quienes nos hermanamos en estos actos patrióticos, no importa de qué organizaciones provengamos.