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viernes, 17 de julio de 2015

Festividad de la Virgen del Carmen presidida por Monseñor Osoro enMadrid


La Iglesia de Santa Teresa y Santa Isabel, cabecera del populoso y castizo barrio madrileño de Chamberí, se volvió a abarrotar para honrar a la Virgen del Carmen.
 La imagen salió del templo para procesionar por las calles próximas, hasta bien entrada la noche, cuando se recogió tras volverse a cantar la Salve Marinera. Entró en el Templo a los acordes del Himno Nacional, interpretado por una banda de música.
Presidió el Arzobispo de Madrid, Monseñor Carlos Osoro, que se mostró espléndido de facultades, con excelente voz que contrasta con la de su antecesor y enérgicos ademanes en la predicación. El largo paseo, cargado con las vestiduras sagradas, tiara y báculo, soportando el tórrido calor de estos días, tiene su mérito.
Sin embargo, su predicación, en lo que parece una calculada posición, fue angelical y descomprometida. Que somos hijos de Dios, que María también es hija de Dios y Madre nuestra.
Ni siquiera habló de la advocación del Carmen, ni del Escapulario, ni del temor a las penas del infierno y del purgatorio que tanto amenazan en estos tiempos a una juventud que se ve seducida por el mundo, el demonio y la carne, abandonando la Iglesia y la vida cristiana. Y no sólo la juventud.
Se estaba votando esa tarde en las Cortes un cambio en la ley del aborto. Y la cesión permanente de un trozo de nuestro territorio al Imperio Yanki. Su ciudad se ha convertido por una semana en Sodoma y en Gomorra. La alcaldesa de Barcelona prohíbe una Misa en los fosos donde fueron victimados los caídos en la persecución de los años 30.
¿Y qué?